Reseña de Etna Macías Zamarripa de Zacatecas


HÉCTOR MARCELLI: UNA UTOPÍA PRAGMÁTICA


M.E.L. Etna Macías Zamarripa


El sexo es sólo el principio, no el fin.
Pero si te pierdes el principio,
también te perderás el final.
-OSHO


Uno de mis maestros decía con certeza: “Siempre llegamos al lugar correcto, por las causas equivocadas”. Invariablemente mis experiencias me han llevado a corroborar el comentario una y otra vez. Les confieso que conocí a Héctor hace apenas una semana, fue un encuentro casual, pero íntimo, producto de las sinergias que se entrecruzan en este mundo multicultural y tecnológico. Directo a mi WhatsApp, Sofía Peraza, que muchos conocen por aquí, me hizo la cordial invitación para comentar el libro de su amigo Héctor: Tantra, una utopía pragmática.


Aun sin adentrarme en la lectura, acepté, como buena Sannyasin (1), el desafío de sumergirme en lo desconocido y ser esa gota que se pierde en el océano. Este océano tiene un nombre: Héctor Marcelli. Quien, aunque argumenta debutar como escritor, su hada madrina, Sofía Clevit, shakty poderosa, le brinda la gracia de Váruna (2), permitiéndole a Héctor, llevar a sus lectores en un delicado vaivén de olas apacibles que nos permiten ser gota y ser océano en el mar que representa el holón del Tantra.


Una tarde, después de correr me detuve finalmente a ver el atardecer frente al
mar. Tan embelesado estaba que, como en otras ocasiones, los maravillosos
colores del cielo se tornaron poco a poco en una profunda oscuridad cubierta de
miles de estrellas. De pronto, tuve una consciencia inusual de extrema claridad
y expansión, un «insight». La sensación inicial, viendo la enorme oscuridad del
mar frente a mí, con su penetrante y poderoso mantra, fue el pensamiento: «aquí
termina el mundo» (Marcelli, 2023, 207).


(1) Desde la cosmovisión de Osho, un sannyasin es un rebelde de todas las estructuras.
(2) Dios del Océano en la cosmogonía Hindú.


Donde todo termina, todo comienza. Es en las dulces aguas del sexo donde inicia la vida y es en esas mismas dulces aguas donde el cuerpo desaparece para fundirse con la existencia.
Todos venimos de una fuente común de luz” (Marcelli, 208) y de ese tejido luminoso que nos une de forma magistral y que nos separa de forma única en caminos y misiones de vida particulares en la búsqueda de la expansión de la conciencia, inicia la experiencia pragmática de esta lectura: la llegada al mundo de nuestro amigo Héctor.


Quien después de cubrir con firmeza el extenuante protocolo para la reencarnación, logra reconectar en un el linaje de “buen germen”, como dicta el Thodol (3), en donde semillas crísticas y óvulos de oro fundidos en el fuego sagrado, congeniaron de manera sublime para disponer la vida:


Había calculado y decidido perfectamente el momento y a los dos protagonistas
principales de esta ocasión crucial que iba a determinar mi vida. Era justo lo que
necesitaba, tanto para tener las mejores oportunidades como para trabajar
procesos pendientes. Tenía además muy clara la misión que me proponía: la
continuidad de un proyecto que era, por supuesto, una locura, pero hace ya
tiempo que sé, que solo por las locuras que parecen imposibles vale la pena
luchar. (Marcelli, 21)


Sólo por las locuras que parecen imposibles vale la pena volver a la vida, al precioso Samsara, y qué mejor locura que estar al servicio de los otros, en la búsqueda incesante de una Holarquía que unifique cualquier intento de dualidad y mantenga a la conciencia en la expansión permanente. Y es nuevamente desde el mar, en Mazunte, que Héctor reconecta con su misión: crear puentes entre la tierra y el cielo, haciendo, en las palabras de Gonçalvez, “de su propia vida una obra de arte.” (4)


Cuando sabes hacer algo que pocos saben hacer, que disfrutas hacer y que además te impulsa a crecer, te cargas de esa pulsación que surge de la multiplicidad humana para plasmar la realidad en un texto. Es así que Héctor nos lleva nuevamente en ese vaivén de olas, desde sus doce años, hasta el momento actual, en el que elige arrastrar su lápiz sobre las hojas que darían estructura a este libro. Una vida sin duda bendecida, mágica y maravillosa, delicada y detalladamente descrita, que nos lleva a conocer a nuestro autor en lo más agudo. Donde intimas con su pensamiento, con su cosmovisión del mundo, con lo abstracto y lo concreto de su ser mismo, donde puedes conocer al niño soñador y rebelde en la misma intensidad que llegas a conocer al hombre perseverante, amoroso y sabio, además de divertido.

(3) Padmasambhava (2015). El libro tibetano de los muertos. México. Ed. Prana.
(4) Gonçalvez (1999). Arqueología del cuerpo. Montevideo. Ed. TEAB.


Como buen sociólogo, Héctor desarrolla toda una cartografía de su unidad cognitiva: pensar, sentir y percibir. Unidad que sirve como terreno para descubrir los restos de una historia que ha ido determinando la disposición de lo que brinda frutos en el presente; manifiestos no solo a través de su verbo o, como en este caso, de sus letras, sino de las acciones concretas y vivas en cada ser humano impactado por su presencia.


Al llegar a este punto, nos invita a salir de la zona de confort, ligándonos al tejido luminoso de la existencia: el Tantra. Para lo cual nos marca tres pilares fundamentales: Karuna, Inclusión y Alquimia, mismos que nos permitirán acercarnos a las diferentes facetas del ser humano; además de los elementos tántricos: todo lo que existe es energía, la sintonización y los rituales. Desarrollando un escenario que nos permite conectar con la totalidad intrínseca del cosmos. El cual va dibujando y coloreando en la multiplicidad de tiempos y espacios distintos a lo largo del planeta, pero que conectan en esencia a pesar de sus distintas velocidades; distintas relaciones de fuerzas; distintas estrategias o escuelas y sus distintas mezclas, siendo su eje central es el sexo.


Sin embargo, y como lo reafirma el autor, “el sexo ha sido tremendamente menospreciado y sobrevalorado al mismo tiempo”, lo que ha traído como consecuencia un mundo donde las mujeres han dejado de valorarse para buscar afirmarse desde la masculinidad. Un mundo donde los hombres manifestarán una violencia extrema al negar su propia vulnerabilidad. Un mundo que es hostil tanto para lo masculino como para lo femenino. Donde el sexo se ha vuelto una cuestión de Estado, tanto en su forma castrante como en su forma libertina. Es aquí donde la propuesta de Héctor, marca la diferencia, sin importar si tu conexión con el Tantra es con o sin sexo. Puesto que lo mágico es guiar a la esencia dormida a la recuperación de su intuición natural y de la sabiduría que pondrá de manifiesto todos sus
sentidos, de modo que vuelva a olfatear, ver, oír, probar, sentir y llegar al clímax que fluye de la energía del corazón.


El Tantra nos ofrece la propuesta de vivir a fondo y felizmente el sentido
completo y profundo de la existencia. Nos da una vía integral y gozosa de la
realización trascendente de los seres humanos. Ser tántrico, implica actuar
eficaz, feliz y conscientemente en el mundo, con la intención amorosa y
voluntaria de ayudar a otros a vivir la vida más felizmente. En generar cambios
sociales, conceptuales, ideológicos, tecnológicos, religiosos, que ayuden a la
expansión de la consciencia de las personas, tanto como al bienestar común.
Con o sin sexo (Marcelli, 105).


Ahora bien, la gran tarea está en recuperar la visión del sexo libre de traumas; erradicar los patrones masculinos y conectarlos con el “orgasmo del corazón” (cuya técnica, de este último, Héctor también nos comparte); rescatar lo sutil de lo femenino; romper con el sentido de posesión que viven las parejas en la actualidad y, sobre todo, revalorizando el cuerpo, pues es desde la corporalidad, desde la experiencia corporal como tal que nos fundimos, desde nuestra esencia individual con la unidad.

La búsqueda de un nuevo modo de vivir conecta con el Tantra, como el medio justo para ir a la vida, puesto que el tántrico vive con una personalidad integrada y enraizada en el cuerpo; que no ha pasado sólo por la teoría sino que se ha permitido vivir la experiencia de la sanación, no desde la visión fantasiosa, sino dando cuenta del magma totalitario que representa la dualidad humana, siendo su propio cuerpo el campo de experimentación, que le permite, a través de esta utopía pragmática volver a centro de su vibración. En un mundo donde el sexo ha sido más que prohibido, la práctica del Tantra, genera el
movimiento pulsante necesario para reconectar con la voz, con las manos, con el cuerpo, con el sexo, con el alma y con el corazón, pero ante todo con el amor y la compasión justos para seguir expandiendo la conciencia.


Tantra, la utopía pragmática es un libro que como las olas del mar, nos muestra de una manera concreta y pragmática, cómo aterrizar nuestros sueños, que además es la definición por antonomasia de Héctor Marcelli. El incansable Bodhisattva, de quien ha elegido volver una y otra vez para cumplir con las tareas pendientes, un hombre al servicio, amoroso y consiente de la vida, un alma que inspira a avanzar. Agradezco la oportunidad de haberte conocido a través de tus letras, por reafirmar en mi corazón con tus palabras mi misión de vida, por moverme a la sintonía que mi alma realmente late. Por ser el regalo iniciático de muchos que apenas comienzan su búsqueda. Muchas gracias.

Acerca de hmarcelli

Viajero, yoghi, tantrico, ambientalista, colaborador de la consciencia...
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